Tumor Vesical, un tumor frecuente en fumadores

El tumor Vesical es, tras el cáncer de próstata,  uno de los tumores urológicos más frecuentes. La gran mayoría de ellos (75%) son tumores superficiales o no músculo invasivo, mucho más frecuentes en varones con  incidencia más alta entre los 60 y 70 años, en especial en pacientes fumadores.

 

¿Cómo se diagnostican los tumores vesicales?

Aunque en algunos casos es un hallazgo radiológico incidental por una prueba de imagen realizada por otra causa, lo habitual es que se diagnostique tras el estudio por hematuria, es decir, porque el paciente orine sangre (hematuria macroscópica) o se detecte en un análisis de orina (hematuria microscópica). Así es como se suelen diagnosticar los tumores vesicales, porque en el estudio de una hematuria, las pruebas radiológicas, sobretodo la ecografía y/o el TAC, o la cistoscopia que es una técnica de endoscopia que permite, a través de una cámara,  evaluar la vejiga y  descartar o confirmar  la presencia de tumores en la vejiga.

También puede diagnosticarse, en ocasiones, mediante un análisis especial de orina o citología, sobretodo un tumor especial el carcinoma in situ, en el estudio de pacientes con síntomas miccionales de llenado como el aumento de la frecuencia miccional, la urgencia o prisas por ir a orinar y la incontinencia por urgencia.

Ecografía de tumor vesical

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Están relacionados los tumores vesicales  con el tabaquismo?

El factor de riesgo más importante del tumor vesical es el tabaco. No sólo están expuestos los fumadores activos, sino que el riesgo también es mayor en los fumadores pasivos. Uno de los problemas del tumor vesical “superficial” o no infiltrante es que pueda darse de nuevo con frecuencia, y uno de los factores fundamentales para evitar la recidiva es la supresión total del tabaquismo. Por tanto, lo primero que tiene que hacer un paciente tras ser diagnosticado de un tumor es dejar de fumar.

El segundo factor de riesgo es la exposición ocupacional fundamentalmente a aminas aromáticas en plantas industriales químicas que tratan con pinturas, tintes y productos derivados del petróleo, aunque con los protocolos actuales de seguridad en el trabajo la incidencia en estos trabajadores no es mayor que la población general.

 

¿Cómo se tratan los tumores vesicales?

Una vez diagnosticado el tumor vesical el tratamiento inicial es endoscópico mediante una técnica que se denomina resección transuretral (RTU). El análisis histológico o anatomopatológico de las muestras permitirá categorizar el tumor y establecer el grado y estadio tumoral, datos fundamentales para establecer el pronóstico, el tratamiento y el seguimiento de estos tumores.

A groso modo, los tumores pueden ser no musculo-invasivos o superficiales, que son los más frecuentes, o infiltrantes, que son tumores más agresivos y que generalmente precisan de la extirpación completa de la vejiga o cistectomía. Además, la RTU en el caso de los tumores “superficiales” o no infiltrantes permite eliminar todas las lesiones visibles.

El problema de los tumores “superficiales” es que se reproducen o recidivan con frecuencia y en algunos casos pueden progresar y hacerse infiltrantes. La probabilidad de recidiva y progresión se establece en base a una serie de parámetros como el número de tumores, el estadio y grado tumoral entre otros que permite establecer 3 grupos de riesgo: bajo, intermedio y alto.

 

Tras la RTU inicial ¿cuál es la pauta de tratamiento?

El tratamiento siguiente a la RTU inicial difiere según el tumor sea “superficial” o infiltrante. En los tumores no infiltrantes, los más frecuentes, uno de los problemas  como se ha comentado es la posibilidad de recidiva y para prevenirla se utiliza la instilación en la vejiga de un quimioterápico o la inmunoterapia con el bacilo de la tuberculosis o BCG. En general, en las horas siguientes a la RTU se instila en la vejiga un quimioterápico y en función del grupo de riesgo se continuará o no con nuevas instilaciones.

Así si el tumor de bajo riesgo es suficiente con está instilación única tras la RTU, pero en el resto de tumores la instilación única es un tratamiento insuficiente para prevenir la recidiva o progresión. Por tanto, en los de riesgo intermedio, está indicada la quimioterapia endovesical o la inmunoterapia con BCG hasta 1 año de tratamiento, y en los  de alto riesgo la inmunoterapia con BCG entre 1-3 años.

En determinadas circunstancias, y antes de la quimio o inmunoterapia, es preceptivo una nueva RTU 4 a 6 semanas después de la primera si el tumor no se ha resecado por completo, no hay muestras de la capa muscular o el tumor es de alto riesgo para evitar el infraestadiaje, es decir, que el tumor sea infiltrante en lugar de “superficial”.

 

¿Cómo se siguen los tumores superficiales o no infiltrantes?

Para detectar si el tumor ha recidivado, es decir se ha vuelto a reproducir, los pacientes tras el tratamiento inicial entran en un protocolo de seguimiento mediante cistoscopia a los 3 meses que se repite en el tiempo con más o menos frecuencia en función del grupo de riesgo. Si se detecta una recidiva, en determinados casos se puede tratar en el momento de la cistoscopia mediante láser, lo que evita que el paciente tenga que pasar de nuevo por el quirófano. Pero en muchos casos ante una recidiva el paciente es sometido a nueva RTU y tratamiento posterior en función del grupo de riesgo al que pertenezca.

 

¿Cómo se tratan los tumores infiltrantes?

Los tumores infiltrantes, y determinados tumores de alto grado de inicio o recidivados se tratan mediante la extirpación completa de la vejiga o cistectomía. La cirugía se puede hacer abierta o, más recientemente, con técnicas mínimamente invasivas como la laparoscopia o cirugía robótica. Tras la cistectomía, hay que buscar una forma de derivar la orina.

Existen diferentes técnicas, con sus ventajas e inconvenientes, y que podemos resumir en 3 tipos: derivaciones a abdomen, derivaciones continentes a uretra y derivaciones al colon y recto. La elección de una u otra derivación depende de muchos factores y es importante la experiencia del cirujano y el número de cistectomías que se realizan al año en el hospital para reducir al máximo las complicaciones. En pacientes muy seleccionados o aquellos que no son subdidarios de una cistectomía se puede realizar un protocolo de conservación vesical mediante RTU más quimio y radioterapia.

Los tumores de vejiga son, junto a los de próstata, los tumores urológicos más frecuentes. Si presenta hematuria, sobretodo si tiene más de 50 años y es fumador, acuda a su urólogo para descartar lo antes posible un tumor vesical y establecer el tratamiento adecuado al mismo.